Esta normativa imponía a todos los jueces de la corona austriaca el someter a cualquier acusado que no quisiera confesar por propia voluntad a las "peinliche Fragen", las "preguntas dolorosas", es decir extraer una confesión mediante una serie de torturas que eran descritas e ilustradas con precisión racionalismo científico, hasta los mínimos detalles, incluidos el grososr de las cuerdas, el número de eslabones de las cadenas, la longitud de los clavos y los tornillos, los grados de mutilación permanente permitidos para diferentes grados de acusaciones. Si la víctima, luego de torturada seguía sin confesar, el tribunal estaba obligado, a reconocer su inocencia.
Entre los métodos e instrumentos inquisitivos para constituir la prueba judicial destacaban entre otros los siguientes: