Presentación

He creado esta página con la intención de mantener un contacto más directo con mis alumnos de la carrera de Bibliotecología y Periodismo de la Universidad de Playa Ancha, a través de la cual incorporaré permanentemente textos de estudio, guías de reforzamiento, mapas conceptuales, mapas dinámicos, informaciones y otros recursos didácticos destinados a facilitarles el aprendizaje de los contenidos programáticos.

sábado, 25 de abril de 2009

Pauta de Evaluación Trabajo de Investigación



Estimados Estudiantes, aunque esta pauta de corrección deriva naturalmente de las exigencias previas formuladas para la realización del trabajo de investigación que ya conocen, creo que les resultará clarificador considerarla adecuadamente.

domingo, 19 de abril de 2009

La Crisis del Antiguo Régimen


Las transformaciones intelectuales, políticas, técnicas y cientí­ficas producidas en la Europa occidental en el curso de la decimoctava centuria contienen los gérmenes de las grandes realizaciones de la Época Contemporánea, por lo cual se ha dicho que somos "los descendientes directos del siglo XVIII".




INTRODUCCIÓN




Se da el nombre de Época Contemporánea a la etapa de la civilización occidental que comienza a raíz de la gran Revolu­ción Francesa de 1789 a 1799. Poco antes se habían producido diversos hechos, como la Ilustración, la transformación indus­trial de Inglaterra, los grandes descubrimientos científicos y la Independencia de los Estados Unidos, que anuncian la Época Contemporánea. Después de la Revolución se producen las guerras napoleónicas y la emancipación de la América Latina.



Estos acontecimientos, y en particular la Revolución, cam­biaron fundamentalmente las formas políticas, sociales y eco­nómicas de los Estados "modernos" de los siglos XVI a XVIII, caracterizados por el absolutismo, la desigualdad y el mercanti­lismo. En lugar de ellos, la Época Contemporánea verá surgir los Estados "contemporáneos" o Estados "liberales y demo­cráticos", sustentados sobre el liberalismo (http://es.wikipedia.org/wiki/Liberalismo), la (://es.wikipedia.org/wiki/Democracia), el industrialismo (http://es.wikipedia.org/wiki/Revolucion_industrial) , el nacionalismo (http://es.wikipedia.org/wiki/Nacionalismo) y el imperialismo (http://es.wikipedia.org/wiki/Imperialismo).




EL ANTIGUO RÉGIMEN




El Antiguo Régimen (http://es.wikipedia.org/wiki/Antiguo_Regimen) es el régimen político, social y económico de los Tiempos Modernos que se caracteriza por el absolutismo monárquico, por la desigualdad ante la ley y por la falta de libertad económica.

En el siglo XVIII, mientras Inglaterra creaba la monarquía constitucional y parlamentaria, el resto de Europa se mantenía en el absolutismo. El caso típico lo constituye Francia.




EL ESTADO ABSOLUTO A FINES DEL ANTIGUO RÉGIMEN


1.- Luis XIV consolida el Absolutismo en Francia: un rey, una ley, una fe.



Luis XIV (1643-1715) (http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XIV) ha sido llamado el más perfecto representante del absolutismo monárquico. Se le atribuye la frase: “el Estado soy Yo”, palabras que resumen su concepción del gobierno. Luis XIV estaba convencido de que su poder era de origen divino y que tenia pleno derecho para gobernar en forma absoluta, esto es, no limitado por ninguna ley. Los cortesanos lo llamaron el “rey sol”. Poseía una fuerte personalidad, se imponía a los demás y disfrutaba plenamente de su papel de lugarteniente de Dios en la tierra.

Con el fin de dar realce a la majestad real se rodeó de una fastuosa corte. La más grandiosa expresión de su poder fue el palacio de Versalles, verdadero templo del culto del rey. Atrajo a su corte a la alta nobleza que ahora depuso definitivamente su actitud rebelde y, convirtiéndose en nobleza cortesana, se identificó con la monarquía.

El monarca ejercía todos los poderes del Estado: era legislador, juez supremo y generalísimo de las fuerzas armadas. Ejercía su poder a través de sus ministros, sus consejeros y los Intendentes de provincia.




Ya no volvió a convocar los “Estados Generales” (http://es.wikipedia.org/wiki/Estados_Generales_de_Francia), los representantes del clero, de la nobleza y del estado llano. Pudo prescindir de ellos, porque la monarquía tenía ahora sus entradas propias y sus propios organismos de poder. Para consolidar la unidad interna, Luis XIV revocó el Edicto de Nantes (http://es.wikipedia.org/wiki/Edicto_de_nantes) decreto que en 1598 había impuesto la tolerancia religiosa. En la monarquía absoluta debían regir una sola ley y una sola fe.

El monarca concedió especial importancia al ejército que, junto con la administración civil, fue el segundo pilar en que descansaba la monarquía. El ejército estaba formado por mercenarios pagados por el rey. Por primera vez los soldados recibieron uniformes. El ejército permanente formado por soldados profesionales reemplazó definitivamente los contingentes feudales.

El ministro más importante de Luis XIV fue Jean Baptiste Colbert (http://es.wikipedia.org/wiki/Colbert) quien fomentó sistemáticamente la producción industrial y el comercio de exportación, política económica que recibiría el nombre de “colbertismo” o mercantilismo (http://es.wikipedia.org/wiki/Mercantilismo).


En resumen, la monarquía de Luis XIV se puede asociar a un culto religioso donde el rey era una especie de divinidad, sus dignatarios y cortesanos una casta sacerdotal; su teoría del poder real un dogma; la etiqueta cortesana un verdadero ritual; Versalles casi un templo; los súbditos sus fieles y los opositores herejes.

2.- Teóricos del Absolutismo.

En una monarquía absoluta el rey encarna a la nación. Posee de derecho y de hecho, los atributos del soberano, es decir, puede dictar leyes, administrar justicia, recaudar impuestos, mantener un ejército permanente y nombrar funcionarios, en síntesis, concentra en sí mismo la función política y administrativa.

Esta doctrina fue sostenida por muchos pensadores modernos como el italiano Nicolás Maquiavelo (1469-1527) (http://es.wikipedia.org/wiki/Maquiavelo) quien en su obra “El Príncipe”, expresó el más profundo desprecio por la idea medieval de una ley moral que limitara la autoridad del gobernante. La obligación suprema del gobernante es mantener el poder y la seguridad del país que gobierna.


Mas tarde en Inglaterra, Thomas Hobbes (1588-1679) (http://es.wikipedia.org/wiki/Hobbes) sostuvo en “El Leviatán” que era necesario que los gobernados renunciaran a través de un pacto, a todos los derechos, a favor del monarca, quien representaba una garantía para todos frente a los conflictos internos y a las amenazas externas.


En Holanda, Hugo Grocio (1583-1645) (http://es.wikipedia.org/wiki/Grocio) sostenía que la autoridad ilimitada del monarca posibilitaría la mantención del orden interno del Estado.

Por su parte el jurista francés Cardin Le Bret, sostenía que en su “Tratado de Soberanía del Rey” (1632), que el rey recibe sus poderes directamente de Dios.

Otro francés Jean Bodin (1530-1596) (http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_bodin), autor de la “República”, señaló que el rey tiene poder supremo sobre ciudadanos y súbditos, sin restricciones determinadas por las leyes, dado el origen divino de su autoridad.

Finalmente, Jocobo Bossuet (http://es.wikipedia.org/wiki/Bossuet) , autor de “Política según las Sagradas Escrituras”, afirmó que el poder público se alcanza por voluntad divina, por lo tanto, todo gobierno, sea cual fuese su origen, justo o injusto, pacífico o violento, es legítimo; todo depositario de la autoridad, sea cual fuere, es sagrado y levantarse contra él es cometer sacrilegio.

3.- El poder real.

A partir de 1614, año en que por última vez fueron convocados los Estados Generales (asamblea consultiva formada por los representantes del clero, la nobleza y el estado llano), aparece ya definitivamente formada en Francia la monarquía absoluta. En adelante, el rey fue el único depositario de la soberanía y su persona se identificó con el Estado.

El poder real tenía las siguientes características:


a) Era de derecho divino, esto es, procedía de Dios. Por lo tanto, el rey sólo debía rendir cuenta de sus actos a la divinidad.
b) Era absoluto. De acuerdo con los principios del derecho romano, "la voluntad del rey tenía fuerza de ley", lo que le daba un poder ilimitado y sin contrapeso.
c) Era arbitrario, pues tanto las personas como los bienes de los súbditos estaban entregados a la voluntad real. El soberano podía confiscar sus bienes a cualquier súbdito, lo que constituía la negación del derecho de propiedad, así como censurar la publicación de libros u otros impresos. Mediante reales órdenes, el monarca podía encarcelar sin juicio previo aún a los más encumbrados personajes, sobre todo cuando faltaban a la obediencia al soberano o comprometían la seguridad del Estado.


Más adelante, el férreo absolutismo de Luis XIV se debilitó considerablemente bajo sus dos inmediatos sucesores; Luis XV ( http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XV) y Luis XVI (http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XVI).

4.- La administración.

La administración del reino era centralizada, pero no unificada. En efecto, el país estaba dividido en provincias administradas por intendentes que dependían del rey. Luego, Francia era un Estado centralizado. En cambio, carecía de unidad, pues de una provincia a otra variaban los pesos y medidas, la repartición de los impuestos y hasta las leyes. Así, por ejemplo, los países del sur estaban sometidos a leyes basadas en el derecho romano, mientras en el resto de Francia regían las costumbres. Igual cosa se observaba en materia de justicia. La justicia real, que había venido a reemplazar a la antigua justicia feudal, o de los señores, estaba a cargo de las cortes llamadas parlamentos; pero la jurisdicción de estos tribunales se ejercía sobre territorios muy desiguales: el de París actuaba sobre un tercio de Francia, mientras el de Metz solo sobre esta ciudad y sus alrededores.

Estas diferencias eran restos de la Edad Media, supervivencias de los tiempos feudales, pues los reyes habían formado la Francia uniendo regiones diversas.



LA DESIGUALDAD SOCIAL



1.- Las clases privilegiadas.

La sociedad del Antiguo Régimen se basaba en la más profunda desigualdad ante la ley y sobre todo ante el impuesto. Se hallaba dividida en tres clases, "órdenes" o estamentos (http://es.wikipedia.org/wiki/Estamentos): dos clases privilegiadas (nobleza y clero) y el estado llano, que formaba la inmensa mayoría de la nación.

2.- El Clero.

En razón de su función sagrada, el clero formaba la clase más importante. Era dueño de la quinta parte del suelo de Francia, sin contar con la inmensa riqueza representada por los inmuebles, el oro y las obras de arte. Percibía el diezmo sobre los productos agrícolas y además los derechos feudales. En cambio, tenía a su cargo la enseñanza y los servicios de asistencia social.

Pero en las filas del clero reinaba también la desigualdad:

a) El alto clero (obispos, arzobispos y abades) percibía la mayor parte de las rentas de la Iglesia, a pesar de que su número apenas alcanzaba a 6.000 personas. En su mayoría se reclutaba entre los nobles y muchos de sus miembros ni siquiera eran sacerdotes, pues el rey solía atribuir a los laicos las rentas de las abadías a título de pensión. Generalmente, los miembros del alto clero vivían en la corte, lejos de sus diócesis o de sus abadías, cuyas rentas percibían, mientras el cargo era desempeñado por algún miembro del bajo clero.

b) El bajo clero (curas y vicarios) tenía a su cargo las parroquias y llevaba una vida de privaciones a causa de que las rentas parroquiales pasaban casi íntegras al alto clero. Se reclutaba en las distintas categorías del estado llano y vivía en contacto con el pueblo. Su número alcanzaba a unos 70.000 individuos. El bajo clero se plegará al movimiento revolucionario en sus comienzos.
3.- La nobleza.

Lo mismo que el clero, se hallaba dividida en dos castas separadas; nobleza de espada y nobleza de toga.

a) La nobleza de espada era la nobleza de sangre, descendiente de los antiguos señores feudales y formados por los que ostentaban los títulos de condes, duques y marqueses. Era dueña de gran parte de las tierras, gozaba de los derechos feudales y de las pensiones reales y poseía además los privilegios honoríficos, que consistían en el derecho a ocupar los altos cargos, los comandos militares, las embajadas y las intendencias de las provincias.

Se dividía a su vez en alta nobleza y baja nobleza. La alta nobleza vivía en Versalles, al lado del rey, lo que le permitía obtener de él toda clase de favores y donaciones con que sostener la vida de lujos y de placeres en que pasaba su tiempo. La baja nobleza, en cambio, era relativamente pobre y vivía en las provincias dedicada al cultivo de sus tierras. Sus miembros, si seguían las carreras militar o eclesiástica, las únicas compatibles con su dignidad, no llegaban a ocupar altos cargos, generalmente reservados a los segundones de la alta nobleza.

b) La nobleza de toga la constituían las familias de origen burgués que habían sido ennoblecidas por los reyes por sus servicios, especialmente en la administración y en los parlamentos o cortes de justicia.

Tanto el clero como la nobleza eran clases privilegiadas, en el sentido de que estaban exentas del pago de impuestos; la primera en razón de su función intelectual y moral, y la segunda como una reminiscencia de los tiempos del feudalismo, cuando su poder había sido superior al de los reyes.

Los diversos grupos que formaban la nobleza vivían reclamando contra las tentativas del rey para someterlos a las cargas fiscales. En el fondo, querían volver a tomar el poder que habían ejercido en la época feudal.

4.- Los no privilegiados: el Estado Llano.

Se daba este nombre a los no privilegiados, es decir, a la inmensa mayoría de la población, unos 26 millones de personas, en un total de 27 millones.

Aunque sobre el estado llano (http://es.wikipedia.org/wiki/Estado_llano) caía casi todo el peso de los impuestos, había entre sus miembros una gran desigualdad, por lo cual se distinguían en él tres clases perfectamente separadas: los burgueses, los artesanos y los campesinos.

a) Los artesanos. Se daba este nombre a la categoría social formada por los que vivían del trabajo de sus manos, es decir, de trabajadores manuales: mueblistas, sastres, etc. En total eran unos 2.500.000 individuos establecidos principalmente en las ciudades y agrupados en gremios, dentro de los cuales se dividían en maestros o patronos, oficiales y aprendices. Esta organización en gremios sometidos a estrictos reglamentos, había sido muy útil en la Edad Media; pero en el siglo XVIII era una verdadera rémora para todo progreso económico. En efecto, los reglamentos de los gremios limitaban el número de los patronos o dueños de talleres lo que impedía toda competencia. Además, cada gremio sólo debía producir determinados artículos y utilizar para ello las técnicas tradicionales, lo que impedía el progreso técnico.

Finalmente, a los oficiales de los gremios les era prácticamente imposible llegar a ser patronos, porque para ello no sólo se exigían los debidos conocimientos del oficio, sino además el pago de derechos prohibitivos. No existía, pues, la libertad de trabajo, y toda iniciativa individual se veía sofocada por la reglamentación. De aquí el descontento de los oficiales y de los aprendices.

b) Los campesinos. No obstante el desarrollo industrial experimentado en los últimos decenios del siglo XVIII, Francia continuaba siendo un país de tipo agrícola. Los campesinos formaban pues, la inmensa masa de la población, veintitantos millones de personas, entre propietarios, jornaleros y medieros.

A fines del siglo XVIII, el campesinado francés se hallaba ya en una situación muy superior al de los otros países. Los campesinos poseían la mitad del suelo cultivable, el que trabajaban por los métodos más económicos y anticuados.

Como los impuestos rurales se cobraban basándose en los signos exteriores de la riqueza, los propietarios aparentaban la mayor pobreza posible ante los agentes fiscales a fin de pagar menos contribuciones. Ellos debían hacer pagos en dinero y en especies. En dinero se pagaban al rey ciertas tasas que, por haberse fijado de una vez y para siempre durante la Edad Media, se hallaban reducidas a casi nada debido a la baja de la moneda. En especies se pagaban el diezmo al clero y los derechos feudales a los señores, por el uso del lagar, del horno y del molino que éstos debían mantener en sus propias tierras. Estos derechos daban origen a toda clase de pleitos y disputas porque no estaban sujetos a tasas fijas.

Si en algunos crudos inviernos, como el de 1788-1789, hubo malas cosechas y hambruna, ésta solo afectó a la plebe de los arrabales de París y no a la masa de los cultivadores del suelo. Ni la una ni la otra hicieron la Revolución, y si participaron en ella una vez desencadenada, fue a causa de las incitaciones de la burguesía, deseosa de buscar aliados que apoyasen sus aspiraciones reformistas.



c) La burguesía (http://es.wikipedia.org/wiki/Burguesia). Estaba formada por aquellos en cuyo trabajo predomina el esfuerzo intelectual sobre el esfuerzo físico; financistas, profesionales, empleados, etc.

Se dividía también en alta burguesía y pequeña burguesía. La alta burguesía la formaban los más ricos: banqueros, grandes comerciantes e industriales, empresarios de obras públicas, concesionarios del cobro de los impuestos, armadores, etc.

La pequeña burguesía o clase media estaba constituida por los profesionales liberales (médicos, abogados, profesores), por los periodistas, los artistas, los empleados y los pequeños comerciantes e industriales.

En vísperas de la revolución, la burguesía era ya la clase económica dominante, la dueña del capital dinero, la que manejaba el comercio y las finanzas.


ECONOMÍA Y FINANZAS EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN


1.- Del Mercantilismo al Liberalismo.

El Mercantilismo (http://es.wikipedia.org/wiki/Mercantilismo) fue una política de nacionalismo económico, ligada al surgimiento del Estado Nacional Moderno y al fortalecimiento del poder real o absolutismo. El nombre fue acuñado en el s. XVII por el economista inglés Adam Smith (http://es.wikipedia.org/wiki/Adam_Smith).

El pensamiento mercantilista se sintetizó en el desarrollo de una política basada en nueve reglas que exigían:

a) Que cada parte del suelo de un país se utilizara para la agricultura, la minería o las manufacturas.

b) Que todas las materias primas que se encontraran en un país se utilizaran en las manufacturas nacionales, porque los bienes acabados poseen un valor mayor.

c) Que se fomentara una población grande y trabajadora.

d) Que se prohibieran todas las exportaciones de oro y plata y que todo el dinero nacional se mantuviera en circulación.

e) Que se obstaculizaran tanto cuanto fuera posible todas las importaciones de bienes extranjeros.

f) Que donde fueran indispensables determinadas importaciones debían obtenerse de primera mano, a cambio de otros bienes nacionales, y no de oro y plata.

g) Que en la medida que fuera posible las importaciones se limitasen a las materias primas que pudieran acabarse en el país.

h) Que se buscasen constantemente las oportunidades para vender el excedente de manufacturas de un país a los extranjeros, en la medida necesaria, a cambio de oro y plata.

i) Que no se permitiera ninguna importación si los bienes que se importaban existieren de modo suficiente y adecuado en el país.

Sin embargo, en el siglo XVIII, la vida económica europea evolucionó hacia nuevas formas de organización como el fisiocratismo y el librecambismo.

El Fisiocratismo (http://es.wikipedia.org/wiki/Fisiocratismo) considera que la riqueza de los pueblos está en la tierra, en la agricultura, preconizando la mejora de los sistemas de cultivo como una forma de aumentar su productividad. Esta nueva doctrina fue sostenida por el francés François Quesnay (1694-1774) (http://es.wikipedia.org/wiki/Quesnay) , uno de los padres de la economía moderna. Según Quesnay la agricultura era la rama más importante de la economía. Sólo el agro producía riqueza, la población campesina era la única clase productiva. La industria y el comercio no producían valores nuevos, sino que se limitaban a transformar y distribuir los productos.


Con respecto al comercio, los fisiócratas planteaban que no se debe estar sometido a reglas, sino que debe ser libre y no estar sujeto a trabas ni a barreras de impuestos y tarifas. La fisiocracia o “gobierno de la naturaleza” se basa en la existencia de un orden natural, instituido por Dios mismo, y que como tal debía ser norma de vida para todos los individuos y colectividades. Los fisiócratas sostenían que el principal derecho natural del hombre consistía en el disfrute de los resultados de su trabajo, siempre que se armonizara con los derechos de los demás. El hombre alcanzaría la felicidad al someterse a las leyes naturales y al organizarse de acuerdo a ellas. “Dejar pasar, dejar hacer, la naturaleza sigue su camino”, fue el lema de los fisiócratas, que con sus ideas favorecieron el desarrollo de la agricultura y estimularon la iniciativa individual, lo que contribuyó a preparar la revolución agrícola.




El Librecambismo (http://es.wikipedia.org/wiki/Librecambismo) proclamó posteriormente la libertad económica como una reacción a las doctrinas intervencionistas. Su teórico fue Adam Smith (1723-1790) (http://es.wikipedia.org/wiki/Adam_Smith) , quien en su obra “Investigación sobre la Naturaleza y causas de la Riquezas de las Naciones” (1776), señalaba que los Estados no debían intervenir en la regulación del comercio, el que debía someterse únicamente, a las leyes naturales de la oferta y la demanda, pues a su juicio, los gobiernos eran ineficaces y se inclinaban con facilidad a otorgar franquicias especiales en desmedro de la sociedad. Por medio de la ley de la oferta y la demanda los precios y salarios se regulaban automaticamente n forma justa y conveniente. Para el librecambismo era fundamental la acumulación de capital (ahorro) puesto que lo que no se consumía, se reinvertía, generando un “beneficio ilimitado”. Vista así, la acumulación de capital venía a ser el gran impulsor del mejoramiento de la sociedad. Según Smith, la única fuente de riqueza era el trabajo. El bienestar colectivo era la suma de las riquezas privadas. El progreso económico y el bienestar resultaban de una creciente división del trabajo, siendo la iniciativa privada el verdadero motor de la producción.

En consecuencia las ideas del librecambismo favorecieron el proceso de industrialización y el gran capitalismo, pero divorció a la ética de la economía, al considerar a los seres humanos como un engranaje más del proceso económico.



3.- El Estado francés vivía endeudado.

Sin embargo, si Francia era un país rico, el Estado era pobre y debía subsistir mediante la contratación de sucesivos empréstitos cuyos intereses absorbían la mitad de las entradas fiscales. El déficit se debía, más que nada, a las guerras que hubo de sostener Luis XV para defender el Canadá y la India y disputar a Inglaterra el dominio del mar, y a la intervención de Luis XVI en la independencia de los Estados Unidos. Los empréstitos siguieron a los empréstitos y el déficit se agravó, en circunstancias que con un alza de los impuestos se habría podido arreglar la situación, ya que el buen estado económico del país la hacía muy viable. Pero la oposición de los privilegiados impidió a los reyes toda reforma fiscal.

Durante su reinado Luis XV (1714-1774) trató de efectuar la reforma tributaria, pero se estrelló con la oposición de la nobleza, uno de cuyos privilegios o “libertades”, como se decía entonces, consistía en no pagar impuestos. Estas cargas siguieron, pues, recayendo sobre los no privilegiados, esto es, el estado llano.

La situación financiera se agravó bajo Luis XVI (1774-1792), cuando se financiaron los gastos de la guerra de América (emancipación de los Estados Unidos), con más y más empréstitos, en vez de aumentar los impuestos y hacerlos extensivos a los privilegiados. .

4.- La actitud de la burguesía.

Los empréstitos los cubría la burguesía capitalista, que así prestaba su dinero a los reyes. Esto ligó sus intereses a los intereses del Estado. El burgués se hizo político, y su descontento nació al ver que los asuntos del Estado, en los cuales estaba interesado, iban de mal en peor. Era preciso, en consecuencia, intervenir en el gobierno a fin de salvar sus capitales de una inmensa bancarrota o quiebra fiscal que lo hubiese arruinado. Esto fue lo que hizo de la burguesía una clase revolucionaria.De otra parte, irritaba a la burguesía el orgullo y el desprecio de los nobles. La burguesía aspiraba a la más completa libertad en lo económico, a fin de dar mayor auge a sus negocios dentro y fuera de Francia; a la igualdad ante el impuesto para hacer pagar también a los privilegiados; y a intervenir en la confección del presupuesto para controlar los gastos del Estado.




LA ILUSTRACIÓN


"La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad...de servirse de su inteligencia sin la guía de otros" (Kant).


1.- El racionalismo: instrumento de la Ilustración.

La filosofía racionalista proclamada por René Descartes en el s. XVII (http://es.wikipedia.org/wiki/Ren%C3%A9_Descartes) , probó en el siglo siguiente una profunda transformación espiritual que llegó a socavar las bases de las monarquías absolutas y que, en definitiva, significaba el establecimiento de un “nuevo orden”.

A mediados del siglo XVIII la inmensa mayoría de las clases cultas ya estaba convencida de que la razón era el único medio para conocer y comprender la compleja realidad sensible e inteligible, para conducir al hombre a la felicidad y al bien y para vencer el obscurantismo, la ignorancia y los prejuicios.


El siglo XVIII fue "el siglo de las luces" o de la Ilustración (http://es.wikipedia.org/wiki/Ilustracion) la época de la razón, de los salones, de los filósofos y de los enciclopedistas. La ilustración señaló la aparición en Occidente de un nuevo estado de espíritu, que se caracterizó por una fe ciega en el poder de la razón para llegar al conocimiento de la naturaleza, para organizar la sociedad y para lograr la felicidad humana. Fue, pues, un movimiento racionalista. El racionalismo va a conducir a la crítica del Antiguo Régimen, preparando así el terreno para los trascendentales cambios políticos, sociales y económicos posteriores.

2.- Las Nuevas Ideas.
Bajo la influencia del pensamiento ilustrado se modificaron las ideas tradicionales sobre la sociedad, la religión, el Estado y la economía. Los hombres ilustrados estaban convencidos de que el adecuado empleo de la razón podía conducir a una ampliación permanente del conocimiento y al progresivo perfeccionamiento del hombre y de la sociedad. La historia fue comprendida como progreso. El progreso de la razón debía hacer desaparecer las diferencias y barreras que la tradición y los prejuicios habían erigido entre los hombres. Debían desaparecer los privilegios y debía haber igualdad. Los méritos y no el nacimiento debía decidir sobre la posición del individuo en la sociedad.

También la religión fue sometida a crítica racional. La nueva corriente de pensamiento, con su correspondiente mistificación de la razón, comenzó por criticar los preceptos religiosos tradicionales, surgiendo así una serie de posturas entre las que destacan el deísmo (http://es.wikipedia.org/wiki/Deismo) y el ateísmo (http://es.wikipedia.org/wiki/Ateismo). La primera sostuvo que Dios solo era el creador del universo y de las leyes que lo rigen, y basándose en la razón, rechazaban toda revelación y dogma. Los deístas siguieron creyendo en la existencia de Dios, pero consideraban que Dios una vez creado el mundo, ya no seguía interviniendo en éste, el que se regía por leyes naturales y en donde no había lugar para los milagros y los podres sobrenaturales. Para los deístas, Dios no se daba a conocer por medio de la revelación, sino que era conocido por el hombre mediante la razón natural. Algunas mentes ilustradas negando radicalmente la existencia de Dios, se declaraban ateos y materialistas y junto a los deístas proclamaban la libertad de conciencia, el ideal de la tolerancia y de la humanidad.

Los pensadores ilustrados criticaron violentamente los sistemas políticos y sociales existentes y desarrollaron nuevas concepciones sobre los derechos del individuo y el Estado. Sostenían que por naturaleza todos los hombres eran libres e iguales. Por eso consideraban que la esclavitud y la servidumbre eran incompatibles con la naturaleza humana y que los privilegios estamentales eran injustos: El Estado constituía una convención útil que nacía de un contrato entre los ciudadanos y el gobernante.

John Locke (1632-1704) (http://es.wikipedia.org/wiki/John_Locke) llegó a afirmar que el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, eran derecho naturales, comunes a todos los hombres y que la necesidad de proteger estos derechos llevó a los individuos a formar una sociedad civil y a elegir a un gobernante, cuya función era guardar el orden y proteger los derechos de todos. Junto a éste estaban los representantes del pueblo, quienes reunidos en un parlamento, aprobaban las leyes por las cuales se regían los propios gobernantes y la sociedad entera. El poder político no debía ser ejercido por un solo hombre, sino que debía estar dividido.Los representanes del pueblo, elegidos libremente, debían acordar las leyes que debían ser ejecutadas por el rey. El pueblo tenía el derecho de levantarse contra en legítima revolución contra el gobernante arbitrario que violaba las leyes.

Montesquieu (1689-1755) (http://es.wikipedia.org/wiki/Montesquieu) , en su obra “El espíritu de las Leyes”, hace un análisis de las formas de gobierno, mostrándose partidario de la monarquía parlamentaria de tipo inglés. Su importancia radica en la formulación de la teoría de la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), única forma de asegurar la libertad ciudadana.

Jean Jacques Rousseau (1712-1778) (http://es.wikipedia.org/wiki/Rousseau) , en “El Contrato Social” sostiene que la sociedad civil se originó a partir de un acuerdo o contrato, por el que las personas ceden sus derechos individuales a la comunidad comprometiéndose a acatar la voluntad de la mayoría. Por este mismo contrato los individuos delegan su soberanía a los gobernantes, cuya misión es hacer cumplir la voluntad general. Estaba convencido de que el hombre era bueno por naturaleza y que sólo había sido pervertido por la sociedad injusta y la civilización corrompida. había que volver a la naturaleza y educar a cada persona conforme a su naturaleza y su personalidad. Entendía que el gobierno debía ser ejercido por el pueblo que era el único y verdadero soberano. Todos debían identificarse con la comunidad cuya voluntad general se expresaba a través de leyes, siendo los gobernantes meros mandatarios del pueblo.
Voltaire (1694-1778) (http://es.wikipedia.org/wiki/Voltaire), combate con sus ideas el despotismo y la autoridad. No cree en la igualdad y le parece beneficiosa la jerarquía social. Considera a la educación como una herramienta fundamental para el progreso, pero esta no debe generalizarse pues considera al pueblo “tonto y bárbaro”. Criticó en sus obras la historiografía tradicional que sólo refería los hechos políticos y militares, y fundó lo que llamó "filosofía de la historia" que era una historia de la cultura. Comprendió la historia como una lucha permanente entre la razón y las acciones irracionales. Los momentos felices de la historia universal eran las épocas clásicas en que el espíritu había triunfado sobre la sinrazón, haciendo posible un general florecimiento de las artes y letras.

La crítica del régimen económico la encontramos en las obras del escocés Adam Smith y de los economistas franceses (Quesnay, Gournay, Turgot), contrarios a la intervención del Estado en la economía y adeptos al liberalismo económico.

Las nuevas ideas (liberalismo político y liberalismo económico) fueron difundidas por la (http://es.wikipedia.org/wiki/La_enciclopedia), la biblia de la Ilustración y suma del todo el saber de la época, publicada por Denis Diderot (http://es.wikipedia.org/wiki/Diderot) y Jean D'Alembert (http://es.wikipedia.org/wiki/D%27Alembert) , cuyos 35 tomos aparecieron entre 1751 y 1772. Contribuyeron también a su difusión el aumento de la lectura entre la élite culta de la sociedad europea y americana, asi como el notable aumento de la actividad editorial. Los libros previamente dirigidos a aquella élite instruída comenzarona dirigirse al nuevo publico de las clases medias, mujeres y artesanos. Junto al desarrollo de las revistas aparecieron los diarios (http://es.wikipedia.org/wiki/Peri%C3%B3dico_(publicaci%C3%B3n), el primero de los cuales se imprimió en Londres en 1702 (aunque el periódico más veterano que aún opera hoy en día es el Post-och Inrikes Tidningar de Suecia, fundado en 1645), los que eran relativamente baratos, e incluso se ofrecían como cortesía en muchas cafeterías.



La Ilustración también se difundió a través del salón, que eran las elegantes salas de reuniones de las grandiosas residencias urbanas de la acuadalada clase alta, dnde se reunían escritores y artistas con aristócratas, funcionarios, personas adineradas de la clase media y a cuyas tertulias extranjeros distinguidos competían por recibir invitaciones a esas tertulias.



Finalmente, cabe advertir aquí que los cerebros de la Ilustración no deseaban transformar el orden existente por medio de una revolución violenta. Casi todos ellos murieron antes de la Revolución, que tanto contribuyeron, sin quererlo, a preparar.

3.- La Monarquía Parlamentaria.

Para los hombres del s. XVIII, el sistema inglés, en comparación con el absolutismo, parecía un sistema digno de imitarse. El sistema de monarquía parlamentaria (http://es.wikipedia.org/wiki/Monarquia_parlamentaria) inglés fue el paradigma que inspiró los inicios de la Revolución Francesa y la forma de gobierno que irán asumiendo los estados europeos en el siguiente siglo. En este sistema el rey es la máxima autoridad del Estado pero, en la práctica, su poder era solo nominal. Nombra a los altos funcionarios entre los propuestos por los ministros, y sanciona las leyes votadas en el parlamento. Los ministros formaban el gabinete o consejo, que era presidido por uno de ellos, el cual ostentaba el título de premier o primer ministro, quien asume como jefe de gobierno. El Parlamento u órgano legislativo estaba formado por dos cámaras: la de los Lores, integrada por los nobles y los grandes terratenientes, y la de los Comunes, integrada por los representantes de las ciudades. Competían al parlamento materias de tipo legislativo, gubernativo y judiciales, destacando como rasgo distintivo para el funcionamiento del sistema, la llamada responsabilidad parlamentaria, de acuerdo a la cual este podía interponer un voto de censura a los representantes del gobierno, en cuyo caso el gabinete completo se veía obligado a renunciar (principio de la solidaridad). La monarquía parlamentaria inglesa resulta ser así el gobierno de los jefes de las mayorías electorales.



4.- El Despotismo Ilustrado.

A mediados del s. XVIII, bajo la influencia de las ideas ilustradas, surgió en Europa un sistema conocido como Despotismo Ilustrado (http://es.wikipedia.org/wiki/Despotismo_ilustrado), en el cual los monarcas, regidos por los dictados de la razón, hacían las reformas necesarias en lo económico, social y administrativo.

El Despotismo Ilustrado se encaminaba a la búsqueda de la felicidad del pueblo con lo que se imprimió un marcado sello paternalista y filantrópico al sistema. El carácter dado a este sistema se condensa en la fórmula “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Se intenta la racionalización de la economía y las costumbres, con los que se pretendía lograr el progreso de los súbditos, pero sin que ellos tuvieran participación en lo político.

El rey ilustrado gobernaba en forma tan absoluta como un Luis XIV, pero sometía sus decisiones a los dictados de la razón y trataba de gobernar en conformidad con las nuevas ideas que la Ilustración había desarrollado con respecto al hombre y a la sociedad. Veía en el Estado no un orden fijo dado por Dios o la historia, sino un mecanismo racional fruto de un contrato social que debía ser administrado con criterio racional y utilitario. Todas sus medidas debían servir fundamentalmente a dos fines: el robustecimiento del poder del Estado y la felicidad de los súbditos. Para alcanzar la felicidad pública, "el gobernante, el primer servidor del Estado" debía eliminar ciertas tradiciones irracionales y seguir una política reformista ilustrada.

En términos generales, la gestión de los déspotas ilustrados en relación con la adopción y aplicación de sus ideas, puede ser calificada de superficial pues al negar toda participación al pueblo, niega uno de los principios fundamentales del movimiento: la idea de que la soberanía reside en la nación. Todas las reformas implementadas en esta época fueron impuestas “desde arriba”, sin consultar a los súbditos, y muchas veces, sin que estos las solicitaran. En definitiva, el Despotismo Ilustrado mantuvo inalterables las bases del absolutismo, pues del programa ilustrado sólo tomó lo que le convenía. De esta forma el absolutismo monárquico siguió siendo la práctica política predominante en Europa hasta 1789, año en que se produjo el estallido de la Revolución Francesa.


Ejemplos de monarcas ilustrados fueron: Federico II de Prusia (1712-1786)(http://es.wikipedia.org/wiki/Federico_II_de_Prusia), Catalina II de Rusia (1729-1796) (http://es.wikipedia.org/wiki/Catalina_II_de_Rusia), Carlos III de España (1716-1788)(http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_III_de_Espa%C3%B1a), José II de Austria (http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_II_de_Austria), entre otros.

Federico II de Prusia, o Federico el Grande, fue uno de los monarcas más cultos e instruídos del siglo XVIII. Conocía bien las ideas de la Ilustración, e incluso invitó a Voltaire a vivir en su corte durante varios años. Por un tiempo, pareció dispuesto a realizar reformas ilustradas. Abolió el uso de la tortura judicial (excepto en caso de traición y homicidio) y aunque decretó la tolerancia religiosa, reconoció la independencia de los jueces, reabrió la Academia de Ciencias de Berlín y se rodeó de filósofos, poetas y músicos, mantuvo limitada la libertad de expresión y de prensa e intactas la servidumbre y la rígida estructura social prusiana.

José II de Austria, creyó en la necesidad de derribar todo lo que se interpusiera en el camino de la razón ("He hecho de la filosofía el legislador para mi imperio"). José II abolió la servidumbre campesina, suprimió la pena de muerte por el trabajo forzado, prohibió la tortura, impuso el exéquatur y el derecho de patronato a la Iglesia, reglamentó el servicio religioso y el número de días festivos y prohibió las procesiones y peregrinaciones, prohibió las órdenes religiosas puramente contemplativas, cerró 700 conventos cuyos fondos fueron empleados para el fomento de la agricultura y colonización, pero prestó apoyo al clero secular fundando numerosas parroquias, pues consideraba que la Iglesia debía servir a la monarquía y los sacerdotes ayudar a formar súbditos obedientes y útiles. Concedió especial atención a sus súbditos más desamparados fundando numerosos hospitales, asilos para ciegos y sordomudos, casas para enfermos mentales y orfanatos, estableció el principio de igualdad ante la ley, promulgó reformas religiosas incluída la tolerancia, impuso la lengua alemana como oficial de la administración pública, abolió las aduanas internas, obligó a la nobleza y al clero a pagar los mismos impuestos que las demás clases, respetó la independencia del poder judicial y se preocupó de que los jueces fueran imparciales e incorruptibles. Decretó que "todo súbdito es libre para casarse según su arbitrio y aun sin el consentimiento de su patrón, para dedicarse a las ciencias, aprender las artes y los oficios y ejercer lo aprendido en cualquier lugar". Y aunque como rey tuvo las mejores intenciones y se propuso sinceramente contribuir a la felicidad de sus súbditos, procedió de manera arbitraria y autocrática, atropelando incluso a las mismas personas a quienes deseaba ayudar, precipitando las reformas y levantando una general oposición a su política, por lo que se vio obligado finalmente a revocar la mayor parte de sus medidas.

Catalina II de Rusia era una mujer muy inteligente familiarizada con las obras de los ilustrados y con aparente inclinación por las reformas ilustradas. Trató de mejorar la educación fundando un colegio superior para niñas y mandando a estudiar al extranjero a jóvenes rusos. Fomentó la agricultura y la colonización e invitó a Rusia a Denis Diderot. Y aunque soñó con abolir la servidumbre y consideró la idea de un nuevo código legal que estableciera el principio de la igualdad ante la ley, no hizo nada a la larga porque sabía que su éxito dependía de la nobleza rusa.

Carlos III de España y sus ministros Aranda, Floridablanca y Campomanes se propusieron modernizar y "europeizar" a España. Con el fin de promover el crecimiento económico, el gobierno creó fábricas modelo como como las de tapices de Madrid, autorizó la fundación de de la Sociedades Económicas de Amigos del País, realizó y vasto programa de repoblación y colonización, decretó el comercio libre con las colonias americanas. Con el fin de fomentar el desarrollo de las artes y las ciencias, fundó varias Academias como la de la Lengua, la de la Historia, y de Bellas Artes e inició una reforma de las Universidades.


Reforzamiento

1.- ¿Qué hechos anteriores anunciaban la Época Contemporánea?
2.- Señale las tres características típicas del Estado Moderno.
3.- Mencione las características de los Estados Contemporáneos después de la Revolución.
4.- ¿Qué fue el Antiguo Régimen?
5.- Contextualice la frase “el Estado soy Yo”.
6.- ¿Qué fueron los Estados Generales?
7.- ¿Qué fue el Edicto de Nantes y por qué fue derogado?
8.- ¿Cuál fue la importancia de Jean Baptiste Colbert?
9.- ¿Por qué es posible comparar la monarquía de Luis XVI con una religión?
10.- Mencione los teóricos del absolutismo.
11.- ¿Cuáles son las atribuciones propias de un monarca absoluto?
12.- ¿Quién fue Nicolás Maquiavelo?
13.- ¿Qué representa el Leviatán” en la obra de Hobbes?
14.- Analice la portada original de El Leviatán.
15.- ¿Cuáles fueron los aportes de Grocio y Le Bret a la teoría del absolutismo?
16.- ¿En qué coinciden Bodin y Bossuet respecto al poder real?
17.- ¿Qué efectos producía la teoría del origen divino del poder monárquico?
18.- Explique las tres características del poder real en una monarquía absoluta.
19.- ¿En qué pilares fundó su poder la monarquía absoluta del siglo XVII?
20.- ¿Por qué es posible afirmar que la administración del Estado Absoluto francés era “centralizada pero no unificada”?
21.- Señale los “estados” presentes en la sociedad francesa prerevolucionaria.
22.- ¿Cuál era la situación económica del clero francés antes de la Revolución?
23.- ¿Quiénes formaban el alto clero?
24.- ¿Quiénes constituían el bajo clero?
25.- ¿Qué era la nobleza de espada y cómo se dividía?
26.- ¿Quiénes conformaban la nobleza de toga?
27.- ¿En qué consistía la calidad de privilegiados del clero y la nobleza?
28.- ¿Qué fue el estado llano?
29.- ¿Quiénes eran los artesanos?
30.- ¿Cómo se dividían los artesanos?
31.- ¿Qué dificultades enfrentaba el gremio de los artesanos?
32.- ¿Quiénes formaban el estamento de los campesinos?
33.- ¿Qué impuestos rurales se cobraban en Francia?
34.- ¿Qué era la burguesía?
35.- Señale las diferencias entre la alta y baja burguesía.
36.- Indique las doctrinas económicas presentes en el siglo XVIII.
37.- Defina el Mercantilismo y mencione cinco postulados.
38.- Explique qué fue el fisiocratismo y señale tres postulados.
39.- ¿Qué relación podemos establecer entre Quesnay y Smith?
40.- ¿En qué consiste el librecambismo? Señale tres de sus postulados básicos.
41.- ¿Por qué se afirma que el Estado francés siendo rico, vivía endeudado?
42.- ¿Qué intentaron infructuosamente los reyes franceses para superar el déficit fiscal?
43.- ¿Qué razones hicieron de la burguesía una clase revolucionaria?
44.- Explique qué fue la Ilustración.
45.- Señale las seis características básicas de la Ilustración.
46.- ¿Cuál es la diferencia entre deísmo y ateísmo?
47.- ¿Quiénes fueron los principales filósofos ilustrados?
48.- Sintetice los principales aportes de los filósofos ilustrados.
49.- ¿Cómos fueron difundidas las ideas liberales?
50.- ¿Qué fue la monarquía parlamentaria y dónde se originó?
51.- ¿Quién y por qué detenta verdaderamente el poder en el sistema parlamentario?
52.- ¿En qué consistió el Despotismo Ilustrado?
53.- ¿Cuál es la contradicción básica entre el
Despotismo Ilustrado y la Ilustración?

Esquema sobre Ilustración





























lunes, 6 de abril de 2009

Lectura Complementaria: Hobbes


THOMAS HOBBES*


"Leviathan"




a) "DE LA CONDICIÓN NATURAL DEL GENERO HUMANO"

La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo y del espíritu que, si bien un hombre es a veces, evidente­mente, más fuerte de cuerpo o más sagaz de entendimiento que otro, cuando se considera en conjunto, la diferencia entre hombre y hom­bre no es tan importante que uno puede reclamar, a base de ella, para sí mismo, un beneficio cualquiera al que otro no pueda aspirar como él. En efecto, por lo que respecta a la fuerza corporal, el más débil tiene bastante fuerza para matar al más fuerte, ya sea mediante secretas ma­quinaciones o confederándose con otro que se halle en el mismo peli­gro que él se encuentra.
En lo que a facultades mentales yo encuentro aún una igualdad más grande entre los hombres que en lo referente a la fuerza... No hay, en efecto y de ordinario, un signo más claro de distribución igual de una cosa, que el hecho de que cada hombre esté satisfecho con la porción que le corresponde.
De esta igualdad en cuanto a la capacidad se deriva la igualdad de esperanza respecto a la consecución de nuestros fines. Esta es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que con­duce al fin (que es, principalmente, su propia conservación, y a veces su delectación tan sólo) tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno a otro.
Dada esta situación de desconfianza mutua, ningún procedimiento tan razonable existe para que un hombre se proteja a sí mismo, como la anticipación, es decir, el dominar por medio de la fuerza o por la astucia a todos los hombres que pueda, durante el tiempo preciso, has­ta que ningún otro poder sea capaz de amenazarle.
Además, los hombres no experimentan placer ninguno (sino, por el contrario, un gran desagrado) reuniéndose, cuando no existe un poder capaz de imponerse a todos ellos. En efecto, cada hombre considera que su compañero debe valorarlo del mismo modo que él se valora a sí mismo. Y en presencia de todos los signos de desprecio o subestima­ción, procura naturalmente, en la medida en que puede atreverse a ello (lo que entre quienes no reconocen ningún poder común que los suje­te, es suficiente para hacer que se destruyan uno a otro), arrancar una mayor estimación de sus contendientes, infligiéndoles algún daño, y de los demás por el ejemplo.
Así hallamos en la naturaleza del hombre tres causas principales de discordia: primera, la competencia; segunda, la desconfianza; terce­ra, la gloria.
La primera causa impulsa a los hombres a atacarse para lograr un beneficio; la segunda, para lograr seguridad; la tercera, para ganar reputación...
Con todo ello es manifiesto que durante el tiempo en que los hom­bres viven sin un poder que los atemorice a todos, se hallan en la condi­ción o estado que se denomina guerra: una guerra tal que es la de to­dos contra todos. Porque la guerra no consiste solamente en batallar, en el acto de luchar, sino que se da durante el período de tiempo en que la voluntad de luchar se manifiesta de modo suficiente.
Por consiguiente, todo aquello que es consustancial a un tiempo de guerra, durante el cual cada hombre es enemigo de los demás, es natural también en el tiempo en que los hombres viven sin otra segu­ridad que la que su propia fuerza y su propia invención pueden proporcionarles. En toda situación semejante no existe oportunidad para la industria, ya que su fruto es incierto; por consiguiente, no hay cultivo de la tierra, ni navegación, ni uso de artículos que puedan ser importados por mar, ni construcciones confortables, ni fuerza, ni conocimientos de la faz de la tierra, ni cómputo del tiempo, ni artes ni letras, ni sociedad; y lo que es peor de todo, existe continuo temor y peligro de muerte violenta; y la vida del hombre es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve.
Acaso puede pensarse que nunca existió un tiempo o condiciones en que se diera una guerra semejante, y en efecto, yo creo que nunca ocurrió generalmente así, en el mundo entero, pero existen varios lugares donde viven ahora de ese modo. Los pueblos salvajes en varias comarcas de América, si se exceptúa el régimen de pequeñas familias cuya con­cordia depende de la concupiscencia natural, carecen de gobierno en absoluto, y viven actualmente en ese estado bestial a que me he refe­rido. De cualquier modo que sea, puede percibirse cuál será el género de vida cuando no exista un poder común que temer, pues el régimen de vida de los hombres que antes vivían bajo un gobierno pacífico, suele degenerar en una guerra civil.
Ahora bien, aunque nunca existió un tiempo en que los hombres par­ticulares se hallaran en una situación de guerra de uno contra otro, en todas las épocas, los reyes y personas revestidas con autoridad soberana, celosos de su independencia, se hallan en estado de continua enemistad, en la situación y postura de los gladiadores, con las armas asestadas y los ojos fijos uno en otro. Es decir, con sus fuertes guarniciones y cañones en guardia en las fronteras de sus reinos, con espías entre sus vecinos, todo lo cual implica una actitud de guerra. Pero como a la vez defienden también la industria de sus súbditos, no resulta de esto aquella miseria que acompaña a la libertad de los hombres particulares.
En esta guerra de todos contra todos, se da una consecuencia: que nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. Donde no hay poder común, la ley no existe; donde no hay ley, no hay justicia. En la guerra, la fuerza y el fraude son las dos virtudes cardinales. Justicia e injusticia no son fa­cultades ni del cuerpo ni del espíritu. Si lo fueran, podrán darse en un hombre que estuviera solo en el mundo, lo mismo que se dan sus sen­saciones y pasiones. Son aquéllas cualidades que se refieren al hombre en sociedad, no en estado solitario. Es natural también que en dicha condición no existan propiedad ni dominio, ni distinción entre tuyo y mío; sólo pertenece a cada uno lo que pueda tomar, y sólo en tanto que pueda conservarlo. Todo ello puede afirmarse de esa miserable condi­ción en que el hombre se encuentra por obra de la simple naturaleza, si bien tiene una cierta posibilidad de superar ese estado, en parte por sus pasiones, en parte por su razón.
Las pasiones que inclinan a los hombres a la paz son el temor a la muerte, el deseo de las cosas que son necesarias para una vida con­fortable, y la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo. La razón sugiere adecuadas normas de paz, a las cuales pueden llegar los hom­bres por mutuo consenso. (Primera parte. Capítulo XIII).

b) "LA GENERACIÓN DE UN ESTADO"

El único camino para erigir semejante poder común, capaz de defenderlos contra la invasión de los extranjeros y contra las injurias ajenas, asegurándoles de tal suerte que por su propia actividad y por los frutos de la tierra puedan nutrirse a sí mismos y vivir satisfechos, es conferir todo su poder y fortaleza a un hombre o a una asamblea de hom­bres, todos los cuales, por pluralidad de votos, puedan reducir sus voluntades a una voluntad. Esto equivale a decir: elegir un hombre o una asamblea de hombres que represente su personalidad; y que cada uno considere como propio y se reconozca a sí mismo como autor de cualquiera cosa que haga o promueva quien representa su persona, en aquellas cosas que conciernen a la paz y a la seguridad comunes; que, además, sometan sus voluntades cada uno a la voluntad de aquél, y sus juicios a su juicio. Esto es algo más que consentimiento o concordia; es una unidad real de todo ello en una misma persona, instituida por pacto de cada hombre con los demás, en forma tal como si cada uno .dijera a todos: autorizo y transfiero a este hombre o asamblea de hombres mi derecho de gober­narme a mí mismo, con la condición de que vosotros transferiréis a él vuestro derecho, y autorizaréis todos sus actos de la misma manera. Hecho esto la multitud así unida en una persona se denomina estado, en latín civitas. Esta es la generación de aquel gran leviathan, o más bien hablando con más reverencia, de aquel dios mortal, al cual debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa. Porque en virtud de esta autoridad que se le confiere por cada hombre particular, el Estado posee y utiliza tanto poder y fortaleza, que por el terror que inspira es capaz de conformar las voluntades de todos ellos para la paz en su propio país, y para la mutua ayuda contra sus enemigos, en el extranjero.
Y en ello consiste la esencia del Estado, que podemos definir así: una persona de cuyos actos se constituye en autora una gran multitud mediante pactos recíprocos de sus miembros con el fin de que esa per­sona pueda emplear la fuerza y los medios de todos como lo juzgue conveniente para asegurar la paz y la defensa común. El titular de esta persona se denomina SOBERANO y se dice que tiene poder soberano; cada uno de los que lo rodean es SUBDITO suyo... (Segunda parte, Del Estado, Capítulo XVII).

* (1588-1679) Filósofo inglés. Las continuas luchas políticas y re­ligiosas que convulsionaron a Inglaterra durante el siglo XVII como consecuencia de las rivalidades existentes entre el Parlamento y la Coro­na, llevaron a concebir un sistema de gobierno absoluto. Los fragmen­tos transcritos han sido tomados de su obra "leviathan", Ed. Univer­sitaria de Puerto Rico, 1968.

Análisis del texto:

1) ¿En qué funda Hobbes la idea de la igual naturaleza humana?
2) ¿Qué es y a qué se debe la “guerra de todos contra todos”?
3) Caracterice el Estado de Naturaleza según Hobbes.
4) ¿Por qué en la sociedad prepolítica no existe justicia ni injusticia?
5) ¿Qué es, cómo y por qué surge el gran Leviathan?
6) ¿Tras la creación del Estado, en qué situación quedan los individuos?
7) ¿Qué aspectos positivos y negativos rescataría del planteamiento de Hobbes?

domingo, 5 de abril de 2009

La Independencia Norteamericana





Desde fines del siglo XVIII hasta comienzos del XIX, el Occi­dente vio producirse una serie de revoluciones "en cadena", que afectaron a muchos países de la Europa occidental y de América. Puede decirse, pues, que entre 1770 y 1824, la mitad del mundo occidental se enfrentó a una gran revolución que trans­formó más o menos profundamente sus estructuras políticas, sociales y económicas.


ANTECEDENTES



1.- El aumento de la población.

La primera “causa” de estos movimientos revolucionarios fue, sin duda, el extraordinario aumento de población europea, que duplicó a la que existía cien años antes. De 118 millones de habitantes en 1700, la Europa había subido a 188 millones al finalizar el siglo XVIII.





Este aumento de población se debió, más que nada, a un relativo mejoramiento de la alimentación, originado por el de­sarrollo que alcanzaron en esa época los cultivos provenientes de América y Asia.

El aumento de población, sobre todo de gente joven, acre­centó la masa de proletarios rurales y urbanos sin trabajo, lo que creó un grave, problema social. En el año 1798, el inglés Thomas Malthus (http://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Malthus), alarmado por las consecuencias de este fenómeno, publicó su “Ensayo Sobre el Principio de la Población” (http://es.wikipedia.org/wiki/Ensayo_sobre_el_principio_de_la_poblaci%C3%B3n), en el que vaticinaba una catástrofe económica fundado en el hecho que la población humana crece en progresión geométrica mientras los recursos sólo lo hacen en proporción aritmética.






2.- El alza de los precios.

La producción de oro y plata en el siglo XVIII fue tan considera­ble que equivalió a la que se había extraído desde el descubri­miento de América hasta entonces.

La abundancia de metales preciosos originó un alza continua de los precios (inflación) que sólo favoreció a la burguesía, que detentaba el comercio y la industria. En cambio, perjudicó a los artesanos, a los obreros y a los jornaleros agrícolas, cuyos salarios siguieron muy de lejos el alza de los precios. En cuanto a los campesinos propietarios, no se aprovecharon de ella porque por lo general sólo producían para su propio consumo.

De aquí la antipatía del campesinado pobre contra la nobleza, que le cobraba derechos feudales, y contra la Iglesia, que tomaba los diezmos sobre las cosechas.

La burguesía, que aspiraba al control del Estado y al manejo de la economía, junto al campesinado descontento, no tardarían en formar un frente único contra las clases privilegiadas (nobleza y clero), que ejercían el dominio político del Estado.

3.- Las nuevas ideas.

Además de la presión demográfica y las condiciones económi­cas, influyó en las revoluciones el movimiento ideológico surgido de la Ilustración y basado en la fe en la razón y en el progreso de la ciencia y de la técnica.

Las ideas liberales se difundieron entre la burguesía ilustra­da, en gran parte de la nobleza, y aún entre aquellos soberanos conocidos como los déspotas ilustrados.



CARACTERISTICAS COLONIALES



1.- Las Colonias Inglesas de América.

Durante los siglos XVII y XVIII los ingleses fundaron las siguientes trece colonias americanas: Virginia, Massachusetts, Rhode Island, Delaware, Connecticut, Nueva York, Nueva Jersey, Nue­va Hampshire, Maryland, Pensilvania, Carolina del Norte, Ca­rolina del Sur y Georgia. Estas que iban a ser el núcleo de los actuales Estados Unidos de Norteamérica, revelaban semejanzas y diferencias muy marcadas con las colonias españolas al Igual que entre las del norte y las del sur.






a) Organización social. En las colonias del norte, donde el clima se asemeja al de Europa, se instalaron gentes laboriosas que se dedicaron al comercio, la industria y el cultivo de peque­ñas parcelas. Eran en su mayoría puritanos de espíritu democrá­tico, entre los cuales no existían grandes diferencias de clases sociales, de cultura ni de fortuna. En esa parte del país se fundaron las universidades de Harvard (1636) y de Yale (1701).

En el sur, en cambio, donde el clima es cálido y la tierra apropiada para las plantaciones tropicales del algodón, el arroz, la caña de azúcar y el tabaco, se formó una aristocracia de ricos terratenientes que trabajaban sus haciendas con negros esclavos traídos de África.

Al contrario de los españoles, que se mezclaron con los indios y los convirtieron al cristianismo, los ingleses los expul­saron o los exterminaron. De aquí resultó que la población de las trece colonias fuese en su totalidad de raza blanca, es decir, descendiente de ingleses. En cuanto a los esclavos negros, fueron mantenidos aislados, en condición de clase inferior.

b) Organización política. Desde un principio, los colonos imitaron el régimen de gobierno de Inglaterra, donde la autori­dad del rey estaba limitada por el Parlamento. Por esto, en cada colonia hubo un consejo y una asamblea que representaba a los colonos y un gobernador que representaba al rey y que tenía escasa autoridad. Además, en seis colo­nias los mismos colonos elegían al gobernador.

Este sistema, tan diferente del que existía en la América española, sirvió para que los colonos se acostumbraran a manejarse por sí mismos y adquirir la debida experiencia política.

c) Organización económica. En el orden económico, los colonos ingleses no gozaron de libertades. Inglate­rra, como España, siguió la tendencia de la época de monopolizar el comercio de sus colonias, las que sólo podían comerciar con la metrópoli, estándoles prohibido fabricar nada que ésta pudiese producir.




LA EMANCIPACIÓN




1.- Los orígenes.

Con el tiempo los colonos habían podido desarrollar una personalidad propia y habían comenzado a diferenciarse de los ingleses de la metrópoli. Se sentían orgullosos de la labor realizada en la dura lucha contra la naturaleza. Estaban acostumbrados a una vida libre y no sujeta a las rígidas convenciones sociales. Se identificaban con las nuevas ideas que llegaban de Europa y estaban convencidos de que todos los hombres eran libres e iguales y consideraban que la organización política descansaba sobre un contrato social que podía ser modificado por los ciudadanos. Si bien eran súbditos de la Corona, gozaban de ciertos derechos de auto­gobierno. En cada colonia existía una asam­blea de representantes de los colonos que de­cidía sobre los asuntos locales.

Terminadas las guerras coloniales, las colonias inglesas de la América del Norte, que habían luchado al lado de la madre patria, se sintieron fuertes y unidas (1763).

Por otra parte, la lucha había costado a Inglaterra enormes sumas de dinero, que la obligaron a alzar los impuestos en la metrópoli y, no bastando esto, consideró justo hacer recaer otros tantos sobre las colonias.

Pero los colonos, que habían hecho grandes sacrificios durante la contienda, protestaron apoyándo­se en que siendo súbditos británicos no estaban obligados a pagar más impuestos que los votados por sus diputados en el Parlamento, y como no enviaban representantes, lógicamente no tenían que pagar ningún impuesto ("ninguna imposición sin representación").

Pero el Parlamento, que en ese entonces estaba sujeto a la voluntad del rey Jorge III (1760-1820) (http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_III_del_Reino_Unido), príncipe de tendencias autoritarias, votó ciertos impuestos sobre el cuero, el té y el papel, a lo que los colonos respondieron negándose a comprar artículos ingleses y practicando el contrabando en gran escala. Tres navíos cargados de té fueron asaltados en Boston por colonos disfrazados de pieles rojas, los cuales arrojaron el cargamento al mar (1773). El gobierno inglés declaró cerrado el puerto de Boston.

La actitud de rebeldía de los colonos tenía un doble significado: en el orden político, era la resistencia contra el poder arbitrario de la metrópoli; en el orden económico, era la lucha por la libertad de comercio y de industrias, principio que empezaba a afirmarse en todas partes, y del cual dependía el futuro desarrollo de las naciones.

2.- El Congreso de Filadelfia y la Declaración de Independencia (1776).

En un comienzo los colonos no tuvieron la intención de separar­se de Inglaterra. Sin embargo, la revolución se hizo, y fue la obra de los pequeños propietarios puritanos de las colonias del norte, una minoría que supo organizarse y adueñarse de los gobiernos coloniales, dirigir al pueblo y acallar las protestas de los que pretendían mantenerse fieles a la monarquía.

Un congreso reunido en Filadelfia (http://maps.google.cl/maps?f=q&source=s_q&hl=es&geocode=&q=filadelfia&sll=-35.675147,-71.542969&sspn=71.474137,157.5&ie=UTF8&ll=40.061257,-75.168457&spn=4.372088,9.84375&t=p&z=7) acordó por mayoría de votos la Declaración de la Independencia, el 4 de julio de 1776 (
http://es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_Independencia_de_los_Estados_Unidos). Ella fue precedida de una exposición filosófica de los derechos del hombre, cuyo principal redactor fue Thomas Jefferson (http://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Jefferson), quien se inspiró en las ideas de la Ilustración.





En ella hallamos todos los principios que van a proclamar más tarde los revolucionarios franceses:

a) La igualdad ante la ley (supresión de los privilegios).
b) La libertad y la propiedad individual fundada en el “Derecho Natural”.
c) La separación de poderes.
d) La separación de la Iglesia y el Estado.
e) La libertad de conciencia.
f) La libertad de prensa y expresión.

Para asegurar estos derechos según los revolucionarios existen los gobiernos, que son tales por consentimiento del pueblo, y que pueden ser cambiados si no logran cumplir su objetivo. Tal es la teoría de la soberanía popular, fuente de toda autoridad, en contraposi­ción al derecho divino de los reyes.

3.- La guerra y la intervención francesa.

El congreso designó comandante en jefe al coronel George Washington(http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Washington), perteneciente a una rica familia de plantadores de Virginia, que ya se había distinguido en la guerra contra los franceses. Si los ingleses se veían favorecidos por la carencia de orga­nización militar de los colonos, tenían en su contra la naturaleza del país, cubierto de bosques, cortado por ríos profundos, sin puentes y sin caminos. Por otra parte, el gobierno de Francia se manifestaba dis­puesto a ayudar a los revolucionarios como un medio de debili­tar a Inglaterra, que la había despojado, de sus principales colonias. Benjamín Franklin (http://es.wikipedia.org/wiki/Benjamin_Franklin) había sido enviado a aquel país a solicitar la alianza; pero aunque fue calurosamen­te acogido por los filósofos, por los economistas y por la burguesía, no pudo obtenerla por la oposición de Luis XVI (http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XVI_de_Francia). Francia se concretó a sostener a los colonos con dinero y arma­mento; pero fue tanto el entusiasmo que la revolución despertó entre los hombres imbuidos en las nuevas ideas, que muchos de ellos pasaron a América a luchar por la causa americana. Los más notables fueron el marqués de La Fayette (http://es.wikipedia.org/wiki/La_Fayette), el patriota polaco Kosciusko y el venezolano Francisco de Miranda (http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Miranda).

En un comienzo los patriotas sufrieron amargas derrotas, pero cuando en 1777 un ejército inglés capituló en Saratoga (http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Saratoga), Francia se decidió a firmar una alianza con las colonias (1778) y al año siguiente hizo igual cosa España. Esto dio a los aliados la superioridad marítima y terrestre que les permitió más tarde obligar a capitular a los ingleses en Yorktown (1781)
(http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Yorktown_(1781)) ante las fuerzas de Washington y del francés Rochambeau (http://en.wikipedia.org/wiki/Jean-Baptiste_Donatien_de_Vimeur,_comte_de_Rochambeau). Esta derrota, así como los perjuicios que la guerra causaba a la naciente industria británica, decidieron a Jorge III(http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_III_del_Reino_Unido) y al Parlamento a firmar la paz.


Por el Tratado de Versalles (1783), Inglaterra reconoció la independencia de las colonias sublevadas, cediéndoles la orilla izquierda del Misisipi. Algunas Antillas fueron devueltas a Francia y la Florida a España (http://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Versalles_(1783).



LA REPUBLICA FEDERAL



1.- La República.

Una vez conseguida la independencia, cada colonia se conside­ró un Estado aparte; pero predominó al fin el principio de la unión, y una convención formada por representantes de todas las colonias organizó el gobierno republicano(http://es.wikipedia.org/wiki/Gobierno_republicano#Definici.C3.B3n ) y el régimen federal (http://es.wikipedia.org/wiki/Federal).

El primer presidente de la nueva república fue George Washington, que gobernó por dos períodos consecutivos.



La revolución de los Estados Unidos iba a demostrar prácti­camente la posibilidad de existencia del sistema republicano, del cual dudaban hasta los propios filósofos que combatían al absolutismo. En este sentido, la república norteamericana, ba­sada en los principios de libertad, igualdad, propiedad y sobera­nía nacional, será un ejemplo que imitarán más tarde la Francia revolucionaria y las colonias españolas.

El sistema republicano sería el régimen del porvenir; pero entre él y la monarquía absoluta hubo en Europa, una etapa intermedia: la monarquía constitucional (http://es.wikipedia.org/wiki/Monarquia_constitucional).

2.- El gobierno federal.

De acuerdo con los principios del federalismo establecido por la Constitución escrita de 1787 (http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_Constituci%C3%B3n_de_los_Estados_Unidos), cada estado se gobernaría según sus propias leyes en todo aquello que no hubiese sido declarado de interés común por la Constitución (guerra, relaciones exteriores, tarifas aduaneras, etc.). Cada uno elegiría su gobernador o poder ejecutivo, su cámara, o legislativo estatal y sus propios tribunales.




Sobre los poderes estatales estaría el poder central. Un Presi­dente de la República, elegido en elección indirecta (http://es.wikipedia.org/wiki/Elecci%C3%B3n_indirecta) y por cuatro años, pudiendo ser reelegido. Junto con él se elegiría un Vicepresidente. Un Congreso forma­do por dos cámaras ejercería el poder legislativo: el Senado sería elegido por las cámaras de los estados en razón de dos por estado, y la cámara de representantes por sufragio univer­sal y en proporción al número de habitantes de cada estado. El poder judicial estaría confiado a una Corte Suprema compuesta de jueces vitalicios nombrados por el presidente y que tendrían la facultad de resolver los conflictos entre éste y el parlamento o entre los estados entre sí, pudiendo además anular toda ley inconstitucional.



El Presidente de los Estados Unidos sería jefe de gobierno y jefe de Estado, gobernaría asistido de Secretarios de Estado nombrados por él, tendría el control de las fuerzas armadas y nombraría a los funcionarios de la administración. No existiría, pues, el sistema parlamentario, como en Inglaterra, sino el sistema presidencial (http://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_presidencial). El poder del Presidente sería supe­rior al de cualquier rey constitucional y de su carácter y de su experiencia dependería en gran parte la solución de los grandes problemas nacionales e internacionales.