Presentación

He creado esta página con la intención de mantener un contacto más directo con mis alumnos de la carrera de Bibliotecología y Periodismo de la Universidad de Playa Ancha, a través de la cual incorporaré permanentemente textos de estudio, guías de reforzamiento, mapas conceptuales, mapas dinámicos, informaciones y otros recursos didácticos destinados a facilitarles el aprendizaje de los contenidos programáticos.

domingo, 5 de abril de 2009

La Independencia Norteamericana





Desde fines del siglo XVIII hasta comienzos del XIX, el Occi­dente vio producirse una serie de revoluciones "en cadena", que afectaron a muchos países de la Europa occidental y de América. Puede decirse, pues, que entre 1770 y 1824, la mitad del mundo occidental se enfrentó a una gran revolución que trans­formó más o menos profundamente sus estructuras políticas, sociales y económicas.


ANTECEDENTES



1.- El aumento de la población.

La primera “causa” de estos movimientos revolucionarios fue, sin duda, el extraordinario aumento de población europea, que duplicó a la que existía cien años antes. De 118 millones de habitantes en 1700, la Europa había subido a 188 millones al finalizar el siglo XVIII.





Este aumento de población se debió, más que nada, a un relativo mejoramiento de la alimentación, originado por el de­sarrollo que alcanzaron en esa época los cultivos provenientes de América y Asia.

El aumento de población, sobre todo de gente joven, acre­centó la masa de proletarios rurales y urbanos sin trabajo, lo que creó un grave, problema social. En el año 1798, el inglés Thomas Malthus (http://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Malthus), alarmado por las consecuencias de este fenómeno, publicó su “Ensayo Sobre el Principio de la Población” (http://es.wikipedia.org/wiki/Ensayo_sobre_el_principio_de_la_poblaci%C3%B3n), en el que vaticinaba una catástrofe económica fundado en el hecho que la población humana crece en progresión geométrica mientras los recursos sólo lo hacen en proporción aritmética.






2.- El alza de los precios.

La producción de oro y plata en el siglo XVIII fue tan considera­ble que equivalió a la que se había extraído desde el descubri­miento de América hasta entonces.

La abundancia de metales preciosos originó un alza continua de los precios (inflación) que sólo favoreció a la burguesía, que detentaba el comercio y la industria. En cambio, perjudicó a los artesanos, a los obreros y a los jornaleros agrícolas, cuyos salarios siguieron muy de lejos el alza de los precios. En cuanto a los campesinos propietarios, no se aprovecharon de ella porque por lo general sólo producían para su propio consumo.

De aquí la antipatía del campesinado pobre contra la nobleza, que le cobraba derechos feudales, y contra la Iglesia, que tomaba los diezmos sobre las cosechas.

La burguesía, que aspiraba al control del Estado y al manejo de la economía, junto al campesinado descontento, no tardarían en formar un frente único contra las clases privilegiadas (nobleza y clero), que ejercían el dominio político del Estado.

3.- Las nuevas ideas.

Además de la presión demográfica y las condiciones económi­cas, influyó en las revoluciones el movimiento ideológico surgido de la Ilustración y basado en la fe en la razón y en el progreso de la ciencia y de la técnica.

Las ideas liberales se difundieron entre la burguesía ilustra­da, en gran parte de la nobleza, y aún entre aquellos soberanos conocidos como los déspotas ilustrados.



CARACTERISTICAS COLONIALES



1.- Las Colonias Inglesas de América.

Durante los siglos XVII y XVIII los ingleses fundaron las siguientes trece colonias americanas: Virginia, Massachusetts, Rhode Island, Delaware, Connecticut, Nueva York, Nueva Jersey, Nue­va Hampshire, Maryland, Pensilvania, Carolina del Norte, Ca­rolina del Sur y Georgia. Estas que iban a ser el núcleo de los actuales Estados Unidos de Norteamérica, revelaban semejanzas y diferencias muy marcadas con las colonias españolas al Igual que entre las del norte y las del sur.






a) Organización social. En las colonias del norte, donde el clima se asemeja al de Europa, se instalaron gentes laboriosas que se dedicaron al comercio, la industria y el cultivo de peque­ñas parcelas. Eran en su mayoría puritanos de espíritu democrá­tico, entre los cuales no existían grandes diferencias de clases sociales, de cultura ni de fortuna. En esa parte del país se fundaron las universidades de Harvard (1636) y de Yale (1701).

En el sur, en cambio, donde el clima es cálido y la tierra apropiada para las plantaciones tropicales del algodón, el arroz, la caña de azúcar y el tabaco, se formó una aristocracia de ricos terratenientes que trabajaban sus haciendas con negros esclavos traídos de África.

Al contrario de los españoles, que se mezclaron con los indios y los convirtieron al cristianismo, los ingleses los expul­saron o los exterminaron. De aquí resultó que la población de las trece colonias fuese en su totalidad de raza blanca, es decir, descendiente de ingleses. En cuanto a los esclavos negros, fueron mantenidos aislados, en condición de clase inferior.

b) Organización política. Desde un principio, los colonos imitaron el régimen de gobierno de Inglaterra, donde la autori­dad del rey estaba limitada por el Parlamento. Por esto, en cada colonia hubo un consejo y una asamblea que representaba a los colonos y un gobernador que representaba al rey y que tenía escasa autoridad. Además, en seis colo­nias los mismos colonos elegían al gobernador.

Este sistema, tan diferente del que existía en la América española, sirvió para que los colonos se acostumbraran a manejarse por sí mismos y adquirir la debida experiencia política.

c) Organización económica. En el orden económico, los colonos ingleses no gozaron de libertades. Inglate­rra, como España, siguió la tendencia de la época de monopolizar el comercio de sus colonias, las que sólo podían comerciar con la metrópoli, estándoles prohibido fabricar nada que ésta pudiese producir.




LA EMANCIPACIÓN




1.- Los orígenes.

Con el tiempo los colonos habían podido desarrollar una personalidad propia y habían comenzado a diferenciarse de los ingleses de la metrópoli. Se sentían orgullosos de la labor realizada en la dura lucha contra la naturaleza. Estaban acostumbrados a una vida libre y no sujeta a las rígidas convenciones sociales. Se identificaban con las nuevas ideas que llegaban de Europa y estaban convencidos de que todos los hombres eran libres e iguales y consideraban que la organización política descansaba sobre un contrato social que podía ser modificado por los ciudadanos. Si bien eran súbditos de la Corona, gozaban de ciertos derechos de auto­gobierno. En cada colonia existía una asam­blea de representantes de los colonos que de­cidía sobre los asuntos locales.

Terminadas las guerras coloniales, las colonias inglesas de la América del Norte, que habían luchado al lado de la madre patria, se sintieron fuertes y unidas (1763).

Por otra parte, la lucha había costado a Inglaterra enormes sumas de dinero, que la obligaron a alzar los impuestos en la metrópoli y, no bastando esto, consideró justo hacer recaer otros tantos sobre las colonias.

Pero los colonos, que habían hecho grandes sacrificios durante la contienda, protestaron apoyándo­se en que siendo súbditos británicos no estaban obligados a pagar más impuestos que los votados por sus diputados en el Parlamento, y como no enviaban representantes, lógicamente no tenían que pagar ningún impuesto ("ninguna imposición sin representación").

Pero el Parlamento, que en ese entonces estaba sujeto a la voluntad del rey Jorge III (1760-1820) (http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_III_del_Reino_Unido), príncipe de tendencias autoritarias, votó ciertos impuestos sobre el cuero, el té y el papel, a lo que los colonos respondieron negándose a comprar artículos ingleses y practicando el contrabando en gran escala. Tres navíos cargados de té fueron asaltados en Boston por colonos disfrazados de pieles rojas, los cuales arrojaron el cargamento al mar (1773). El gobierno inglés declaró cerrado el puerto de Boston.

La actitud de rebeldía de los colonos tenía un doble significado: en el orden político, era la resistencia contra el poder arbitrario de la metrópoli; en el orden económico, era la lucha por la libertad de comercio y de industrias, principio que empezaba a afirmarse en todas partes, y del cual dependía el futuro desarrollo de las naciones.

2.- El Congreso de Filadelfia y la Declaración de Independencia (1776).

En un comienzo los colonos no tuvieron la intención de separar­se de Inglaterra. Sin embargo, la revolución se hizo, y fue la obra de los pequeños propietarios puritanos de las colonias del norte, una minoría que supo organizarse y adueñarse de los gobiernos coloniales, dirigir al pueblo y acallar las protestas de los que pretendían mantenerse fieles a la monarquía.

Un congreso reunido en Filadelfia (http://maps.google.cl/maps?f=q&source=s_q&hl=es&geocode=&q=filadelfia&sll=-35.675147,-71.542969&sspn=71.474137,157.5&ie=UTF8&ll=40.061257,-75.168457&spn=4.372088,9.84375&t=p&z=7) acordó por mayoría de votos la Declaración de la Independencia, el 4 de julio de 1776 (
http://es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_Independencia_de_los_Estados_Unidos). Ella fue precedida de una exposición filosófica de los derechos del hombre, cuyo principal redactor fue Thomas Jefferson (http://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Jefferson), quien se inspiró en las ideas de la Ilustración.





En ella hallamos todos los principios que van a proclamar más tarde los revolucionarios franceses:

a) La igualdad ante la ley (supresión de los privilegios).
b) La libertad y la propiedad individual fundada en el “Derecho Natural”.
c) La separación de poderes.
d) La separación de la Iglesia y el Estado.
e) La libertad de conciencia.
f) La libertad de prensa y expresión.

Para asegurar estos derechos según los revolucionarios existen los gobiernos, que son tales por consentimiento del pueblo, y que pueden ser cambiados si no logran cumplir su objetivo. Tal es la teoría de la soberanía popular, fuente de toda autoridad, en contraposi­ción al derecho divino de los reyes.

3.- La guerra y la intervención francesa.

El congreso designó comandante en jefe al coronel George Washington(http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Washington), perteneciente a una rica familia de plantadores de Virginia, que ya se había distinguido en la guerra contra los franceses. Si los ingleses se veían favorecidos por la carencia de orga­nización militar de los colonos, tenían en su contra la naturaleza del país, cubierto de bosques, cortado por ríos profundos, sin puentes y sin caminos. Por otra parte, el gobierno de Francia se manifestaba dis­puesto a ayudar a los revolucionarios como un medio de debili­tar a Inglaterra, que la había despojado, de sus principales colonias. Benjamín Franklin (http://es.wikipedia.org/wiki/Benjamin_Franklin) había sido enviado a aquel país a solicitar la alianza; pero aunque fue calurosamen­te acogido por los filósofos, por los economistas y por la burguesía, no pudo obtenerla por la oposición de Luis XVI (http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_XVI_de_Francia). Francia se concretó a sostener a los colonos con dinero y arma­mento; pero fue tanto el entusiasmo que la revolución despertó entre los hombres imbuidos en las nuevas ideas, que muchos de ellos pasaron a América a luchar por la causa americana. Los más notables fueron el marqués de La Fayette (http://es.wikipedia.org/wiki/La_Fayette), el patriota polaco Kosciusko y el venezolano Francisco de Miranda (http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Miranda).

En un comienzo los patriotas sufrieron amargas derrotas, pero cuando en 1777 un ejército inglés capituló en Saratoga (http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Saratoga), Francia se decidió a firmar una alianza con las colonias (1778) y al año siguiente hizo igual cosa España. Esto dio a los aliados la superioridad marítima y terrestre que les permitió más tarde obligar a capitular a los ingleses en Yorktown (1781)
(http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Yorktown_(1781)) ante las fuerzas de Washington y del francés Rochambeau (http://en.wikipedia.org/wiki/Jean-Baptiste_Donatien_de_Vimeur,_comte_de_Rochambeau). Esta derrota, así como los perjuicios que la guerra causaba a la naciente industria británica, decidieron a Jorge III(http://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_III_del_Reino_Unido) y al Parlamento a firmar la paz.


Por el Tratado de Versalles (1783), Inglaterra reconoció la independencia de las colonias sublevadas, cediéndoles la orilla izquierda del Misisipi. Algunas Antillas fueron devueltas a Francia y la Florida a España (http://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Versalles_(1783).



LA REPUBLICA FEDERAL



1.- La República.

Una vez conseguida la independencia, cada colonia se conside­ró un Estado aparte; pero predominó al fin el principio de la unión, y una convención formada por representantes de todas las colonias organizó el gobierno republicano(http://es.wikipedia.org/wiki/Gobierno_republicano#Definici.C3.B3n ) y el régimen federal (http://es.wikipedia.org/wiki/Federal).

El primer presidente de la nueva república fue George Washington, que gobernó por dos períodos consecutivos.



La revolución de los Estados Unidos iba a demostrar prácti­camente la posibilidad de existencia del sistema republicano, del cual dudaban hasta los propios filósofos que combatían al absolutismo. En este sentido, la república norteamericana, ba­sada en los principios de libertad, igualdad, propiedad y sobera­nía nacional, será un ejemplo que imitarán más tarde la Francia revolucionaria y las colonias españolas.

El sistema republicano sería el régimen del porvenir; pero entre él y la monarquía absoluta hubo en Europa, una etapa intermedia: la monarquía constitucional (http://es.wikipedia.org/wiki/Monarquia_constitucional).

2.- El gobierno federal.

De acuerdo con los principios del federalismo establecido por la Constitución escrita de 1787 (http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_Constituci%C3%B3n_de_los_Estados_Unidos), cada estado se gobernaría según sus propias leyes en todo aquello que no hubiese sido declarado de interés común por la Constitución (guerra, relaciones exteriores, tarifas aduaneras, etc.). Cada uno elegiría su gobernador o poder ejecutivo, su cámara, o legislativo estatal y sus propios tribunales.




Sobre los poderes estatales estaría el poder central. Un Presi­dente de la República, elegido en elección indirecta (http://es.wikipedia.org/wiki/Elecci%C3%B3n_indirecta) y por cuatro años, pudiendo ser reelegido. Junto con él se elegiría un Vicepresidente. Un Congreso forma­do por dos cámaras ejercería el poder legislativo: el Senado sería elegido por las cámaras de los estados en razón de dos por estado, y la cámara de representantes por sufragio univer­sal y en proporción al número de habitantes de cada estado. El poder judicial estaría confiado a una Corte Suprema compuesta de jueces vitalicios nombrados por el presidente y que tendrían la facultad de resolver los conflictos entre éste y el parlamento o entre los estados entre sí, pudiendo además anular toda ley inconstitucional.



El Presidente de los Estados Unidos sería jefe de gobierno y jefe de Estado, gobernaría asistido de Secretarios de Estado nombrados por él, tendría el control de las fuerzas armadas y nombraría a los funcionarios de la administración. No existiría, pues, el sistema parlamentario, como en Inglaterra, sino el sistema presidencial (http://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_presidencial). El poder del Presidente sería supe­rior al de cualquier rey constitucional y de su carácter y de su experiencia dependería en gran parte la solución de los grandes problemas nacionales e internacionales.